miércoles, 19 de marzo de 2014

El golf en los Polders

Aunque en esta ocasión no tenía ni pensado tocar el 'Golf in Holland', ha sido inevitable hacer una pequeña escapadita (en este breve stage primaveral nedelandés) y catar uno de los campos de la zona donde habitualmente vengo cuando estoy en Holanda, que es Almere, la zona del gran polder (al noreste de Amsterdam, en esa primera tierra que esta gente tan apañada y laboriosa ganó al mar).

Calles estrechas. 
Hablo del campo de Naarden, donde tuve la oportunidad de disfrutar del #sundaygolf de la mano de Peter @Golft_twitter, ese golfer tan majo con el cual ya he hecho dieciocho hoyitos alguna otra vez.


La verdad que el día fue bueno (climatológicamente lo lleva siendo en toda esta primavera anticipada, por aquí también) y nosotros lo dimos todo para superar un día que, bien por unos o por otros, estuvo de convertirse en un drama.

El Naardenbos Goflbaan es el típico campo comercial que, después de haber pasado por seis grupos inversores distintos, y los otros seis que vendrán, no funcionará en la vida, excepto para sus cuentas de explotación: que te soplen 60 € por jugar en un campo rustico, mal cuidado y sin ningún tipo de miramiento para el golfista (ni calles cortadas, ni roughs marcados, ni greenes en condiciones, ni marshall, ni starter y si me apuras, ni greenkeeper), no lleva a ningún sitio, ni para ellos los inversores, ni para nosotros, los golfistas.

Agua, mucha agua.
Al 80% de los que el domingo estaba dando rabazos por el Naardenbos, los llevas a Gorráiz y se creen que están pisando Augusta. Y, por supuesto, no les dejan salir a jugar porque aquello acaba con heridos, o algún incidente peor. Eso si: una Casa Club tope moderna y funcional, el café a 2,45 € y mucha apariencia, pero poca chicha golfera.

Greenes justitos.

Lo sorprendente es que, además, es un recorrido con un dibujo exigente, especialmente la primera vuelta, que es cerrada y estrecha, entre árboles, con agua y canales por doquier y que se convierte en un infierno si no andas fino, con tus hierros, con bien de bolas, y todas esas cosas que, al menos, yo,no llevaba conmigo.

Al final, el día abrió.
La segunda parte del recorrido, igual de poco cuidada que la primera, pero abierta, ancha, y aunque mucho más expuesta a los fuertes vientos del polder, bastante más permisiva, nos permitió disfrutar de algunas opciones de birdie, unos cuantos pares y un poco de disfrute de la mañana de golf.

Muchas gracias, once again, por todo el support, Peter, y la próxima vez ya iremos a un Club de socios que me han dicho que hay por aquí cerca también, y donde, aunque no tengamos correspondencia, seguro que disfrutamos más, y se siente más el golf que en Naardenbos.


Buena semana gentes del golf, nos vemos en Madrid Golf.

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